Hace años, yo sentía que tenía “la escopeta verbal siempre cargada”, siempre dispuesta para una réplica rápida, certera, punzante, siempre con alguna idea de quedar por encima, o directamente tener la razón. Desde que me acerqué a esta disciplina de la consciencia, a esta nueva manera de vivir, muchas cosas han ido cambiando, pero quizás una de las más evidentes sea, la manera de hablar y mi capacidad de escucha.
La práctica de mindfulness, su entrenamiento para aplicarlo a la reducción de estrés, al autocuidado, a la gestión del dolor físico y emocional, a las relaciones familiares, al crecimiento personal, es más comparable a una carrera de fondo. Cuando entramos en una formación no se nos dice que vayamos a obtener una varita mágica, ni si quiera una herramienta concreta que aplicar en un caso concreto, no. Lo que obtenemos es sabiduría, y la sabiduría requiere tiempo, requiere compromiso y calma
Mindfulness incluye la meditación formal y la práctica informal de vivir cotidianamente momento a momento con esa intención y con esa actitud de no juicio.
La primera vez que realicé una jornada de silencio como participante, fue dentro del curso MBSR de mindfulness para la reducción de estrés que realicé hace ya más de 10 años. Esa jornada me asustaba, estaba llena de dudas, no sabía cómo sería estar 6 o 7 horas en silencio sin hablar, sin móvil, sin leer, sin comunicarme con las otras personas. Cómo sería comer en silencio, escuchar los sonidos de mi cuerpo y el de los demás. Los sonidos de los cubiertos chocando con el plato… todo me era ajeno, diferente. Recuerdo perfectamente esa jornada, fue en una finca en la sierra de Madrid, hacía un día de primavera soleado y cálido.
Hoy es 25 de noviembre un día triste porque es el Día Internacional contra la Violencia de género, Violencia machista o violencia que se ejerce hacia las mujeres por el hecho de ser mujeres.
Bienvenida/o a la mente humana. Muchas veces tenemos asociada la práctica de mindfulness y en concreto la práctica de la meditación a conseguir que la mente se calme. Y algo de esto puede ser verdad, pero de lo primero que nos damos cuenta cuando empezamos a practicar, es que la mente piensa todo el rato.
Mindfulness es el entrenamiento de la atención plena. Entrenamos nuestra mente – corazón para que esté atenta, sea amable y compasiva. Al final va de atender a la vida tal y como es, con unas actitudes que entrenamos con las formaciones y la práctica continuada. Cuando decides y fijaos que importante esta palabra, porque decidir […]
En mi trayectoria vital me he encontrado muchas veces con el muro de la perfección. Un muro muy alto y duro en algunos momentos de mi vida que me ha hecho violentarme y agredirme y por supuesto, si eres dura/o contigo, lo más seguro es que violentes y agredas a los demás. El encuentro con mindfulness a través de un programa de reducción de estrés MBSR, me descubrió una manera diferente de estar en el mundo.
Cada vez que me siento a hacer una práctica de atención plena, solo estoy conmigo. ¡Vaya! lo escribo y parece fácil, pero mi práctica me dice que no lo es.
Siempre es un acto valiente, incluso cuando lo deseo más que nada. Al sentarme en la quietud del cuerpo, la mente continua con sus pensamientos. A veces pasan muchos minutos hasta que se ralentizan y empiezo a hacerme más consciente
Mindfulness nos invita a hacer pausas, pausas muy cortas o tan largas como necesites. Pausas para tomar conciencia, pausas para decidir cómo vivir el próximo instante. Y no se trata de querer alcanzar alguna idea de perfección sobre ti o sobre tu vida, se trata de sumarte a la corriente del cambio, dejarte fluir con la vida tal y como va sucediendo, desprenderte como saben hacer los árboles de lo que sobra según el momento o cubrirte de hojas y flores.
Mindfulness, Coach emocional, Practitioner en Programación Neurolingüística (PNL), formación en Hipnosis Ericksoniana, maestría interior en Reiki, Socióloga
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