Mindfulness con género: las 4 adiciones universales

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Estoy leyendo el libro «Las 4 sendas del Chamán» de la antropóloga americana de origen vasco, Angeles Arrien y no he podido resistirme a compartir una parte que dedica a lo que ella denomina las adiciones universales. Intentaré ser lo más fiel que pueda a sus palabras y luego, ya sabes, lo miraremos desde la perspectiva de género y le daremos un enfoque de mindfulness.

El planteamiento de inicio ya es interesante, porque lo que Arrien hace es separar el drama humano a nivel individual e intentar mirarlo, analizarlo, comprenderlo desde una perspectiva intercultural. 

La primera adición que comenta es la adición a la intensidad. Arrien comenta que esta adición está presente en las personas que no soportan el aburrimiento. Son personas que en cuanto su vida se vuelve rutinaria como sin chispa, necesitan aportarle intensidad a través del uso de drogas, alcohol, sexo….yo añado, viajes, nuevas experiencias, nuevas amistades, nuevas parejas, nuevos trabajos, nuevos compañeros…..

La segunda adición, es la adición a la perfección. La perfección no tolera los errores y por lo tanto hace que las personas con esta adición, no admitan ni se expongan a la vulnerabilidad, a la que se ve como debilidad o falta de fuerza. Es una adición que nos obliga a mantener una máscara constante de algo que no somos. La imperfección forma parte de nuestra naturaleza y el primer paso es aceptarla, incorporarla  y aprender de ella.

La tercera adición es la necesidad de saber. Cuando este bello acto de saber se vuelve compulsivo, necesitamos tener el control de todo y generamos desconfianza hacia los demás. De repente todo necesita ser analizado, valorado, sopesado. Nos volvemos críticos y quizás justicieros, separando lo que está bien de lo que en nuestra opinión está mal. 

La cuarta adición, es estar atado a lo que no funciona. Esta adición evita que nos veamos como seres humanos completos. Hace que perdamos la perspectiva global y nos centremos solo en aquello que no funciona, o que está enfermo, o que no sale como nosotras queremos. Superar esta adición, nos abre a la conciencia de que mientras respiremos, siempre habrá más bien que mal en nosotras, tal y como comenta Kabat – Zinn.

De estas 4 adiciones universales presentes en todos los seres humanos, hay algunas  que nos afectan especialmente a las mujeres, puesto que se ve reforzada por la educación y socialización que recibimos, y por lo que todavía significa “ser mujer” en nuestra sociedad.

Las mujeres tendemos al perfeccionismo como forma de ser y estar en el mundo. Y no es que nos guste, es que la exigencia del entorno junto a las múltiples facetas – tareas de nuestra vida cotidiana, lo hacen sutilmente requerido. ¿Cuántas de nosotras no nos hemos sentido alguna vez “juzgadas” en nuestra condición de madres – trabajadoras/profesionales? Yo desde luego levanto la mano y supongo que no soy la única. ¿Cuántas de nosotras nos exigimos ser perfectas para compensar la no elección y querer compatibilizar todo? Incluso aunque esto signifique llegar exhausta a casa y continuar haciendo los disfraces para la función del colegio, después de haber preparado la cena y leído un cuento.

Respecto a la adición a la intensidad, me parece que nos la permitimos menos, es como si quedara fuera de nuestro alcance o como si en realidad nuestra adición a la perfección nos dejara sin tiempo y energías para nuevas emociones. 

Y ocurre que a veces las mujeres nos quedamos atrapadas no tanto en lo que no funciona, sino, en lo que no podemos resolver, bien porque no está en el área de nuestra responsabilidad o bien, porque sentimos que no tenemos recursos o simplemente porque a veces nadie nos ve. El estrés y el sufrimiento asociado a estas situaciones repercute cada vez más en nuestra salud y adquiere síntomas de enfermedades como la fibromialgia que tiene claramente rostro de mujer y poca solución medica, al menos hasta ahora. 

La propuesta de mindfulness no es una píldora milagrosa, es una propuesta para tomar  conciencia, dándonos el poder para reconocernos tal y como somos y desde ahí permitirnos explorar los límites decidiendo con prudencia y autocuidado, si queremos ir más allá.

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